de Enrique Pasapera
Al ver a esta hermosa criatura, Alejandra Pasapera recuerda las palabras de su hermano:
-¡Por fin, Ale!
-¿Por fin qué, Quique?
-¡Por fin pude esculpir a mi verdadera mujer! Una mujer hecha a mi imagen y semejanza.
- ...
-¿Sabes, Ale? Lo primero que esculpí fue su par de pompitas, y ya desde entonces quedé enamorado de mi hipopótama.
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