Por fin, después de tres meses de estancamiento, regreso a platicar contigo, Enrique, y lo hago con la memoria de tu primo Felipe, quien acaba de montar su propia bitácora de recuerdos (Las cosas de la vida) y quien, además, acaba de darme una buena idea para la zona de créditos: llamaremos ENRIQUEcedores a quienes colaboran con esta bitácora.
Cuenta Felipe que fue en Cuernavaca donde conoció a cuatro de los Pasapera (a Eduardo no, porque ese fin de semana tenía tocada –y pienso que seguramente fue una concierto con Octavio, Gerardo y Agustín, dentro de la banda que entonces habíamos formado, Ambrose Eagleman; y si Óscar no estaba en el grupo, entonces estamos hablando de 1974).
Supongo que, por ser primos hermanos (hijos de Jaime y Javier Fernández), Felipe y Óscar se llevaron desde la infancia; pero ahora quedo sorprendido ante algo que yo no sabía: a ustedes no los conoció hasta la adolescencia.
Óscar me instó -dice Felipe- a no decir groserías delante de los nuevos primos (…). Claro, no pude aguantarme y hablé como si estuviera en la Merced (…). Nos caímos muy bien, y desde ahí nació una bonita amistad.
La primera admiración de tu primo fue hacia ti, al ser testigo de uno de tus muy comunes actos heroicos. Sucede que, por descuido de todos, Alejandra –que entonces era una niñita- cayó a la alberca. Al darte cuenta, inmediatamente te lanzaste al agua, con todo y tus zapatos de gamuza y suela de plataforma regordeta.
Estuve a punto de decir que el encuentro en Cuernavaca fue el 27 de abril de 1974. Pero no, porque ese fin de semana fue la legendaria tocada en el departamento de Donceles… y ahí estabas tú y todos tus hermanos.
¡Uy, si me he de acordar! Estaban los Otegui, las Maceiras, María Eugenia Rico, las Pavón, los Herrero, los Aguilar Tagle. Terminamos bailando a Deep Purple, Uriah Heep y los Stones, cuyos discos habían llevado Octavio y Gerardo (Made in Japan, Demonds and Wizards, The Magician's Birthday y Sticky Fingers). Seguramente y por insistencia tuya y de las mujeres, tuvimos que soplarnos The best of Bread (Make it with you, It don't matter to me...), cuya repoducción negociamos:
Sí -dijo Octavio-, pero después ponemos Black Sabath Volumen 4.
Sí -dijiste tú-, pero después ponemos otra vez a Bread, o no les presto el tocadiscos.
¡Enrique Pasapera y sus estrategias de seducción! Defensor de la cursilería femenina y contreras permanente.
Recuerda aquellos días, Enrique: un Pasapera en una fiesta era un pequeño riesgo (dos o tres vasos rotos, un tocadiscos destrozado, cosas que uno puede manejar con cierta paciencia). ¡Pero cinco Pasaperas en una fiesta! Eso era jugar irresponsablemente con el futuro inmediato: no sabíamos si al otro día seguiríamos vivos.
Y pocas semanas después llegaría, para mayor gloria de la barbarie, Felipe Fernández, tu primo, cuya mirada era parecida a la tuya. Sus ojos -los tuyos y los de Felipe- decían siempre que algo inaudito habían hecho o que algo espantoso pensaban hacer. Y a ese mundo salvaje se unieron Óscar y Gerardo, alegremente dispuestos a regresar a su verdadera naturaleza: el desmadre.
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